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Cada año organiza la Peregrinación a Luján saliendo como comunidad desde la Parroquia, dispone de un grupo de apoyo que los acompaña a lo largo del camino, dándole al peregrino lo que necesita, para llegar a la casa de María. Cuenta con animadores que van por el camino, alentando para no caer, ni desistir, van cantando y rezando. Transmitiendo la alegria de ser hijos de Dios. Te invitamos a ser parte de esto.

12/10/07

Como sucedió el milagro de Luján

Todo Comenzó así...

Corría el mes de Mayo de 1630 cuando la milagrosa imagen de la Virgen llegó a la Argentina.
Antonio Farias Saá, era un hacendado radicado en Sumampa (Stgo. del Estero) quería construir en su estancia, una capilla para la Virgen. Para eso le pidió a un amigo que vivía en Brasil que le enviara una imagen representando a la Inmaculada Concepción de María. Su amigo, (no se sabe por qué), le envió dos imágenes: la que le había encargado y otra de la Virgen con el Niño Jesús. Llegadas a Bs. As. fueron colocadas en una carreta y partieron en una caravana tomando por el Camino Viejo hacia el norte, rumbo a Córdoba del Tucumán (nombre con que se conocía la región en aquel momento).
La caravana se detuvo a orillas del río Luján, a 67 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, en una hacienda conocida como la estancia de Rosendo Oramas. Al día siguiente, cuando quisieron proseguir con el viaje, y pese a los esfuerzos que hicieron, la carreta que llevaba las imágenes, no se movía. Bajaron la mercadería pero todo resultó inútil (las dos imágenes se hallaban ubicadas en el fondo de la carreta, en dos pequeños cajones). Los carreteros retiraron una imagen y la carreta no se movió; la subieron y bajaron la otra y la carreta marchó normalmente. En ese instante todos comprendieron que estaba ocurriendo algo milagroso. Al ver que la Virgen quería permanecer en ese lugar (hoy Villa Rosa, en el Partido de Pilar, a unos 30 kilómetros de la Basílica Nacional de Luján) dejaron la imagen en casa de Don Rosendo, quien posteriormente hizo construir una pequeña ermita con techo de paja y piso de tierra, entre los pajonales de la pampa, donde permaneció la Virgen desde 1630 hasta 1674. El negro Manuel, traido de África y vendido como esclavo en Brasil, llegó al Río de la Plata a la edad de 20 años, en la embarcación que transportaba a la bendita imagen, presenció el milagro y vivió consagrando su vida a la atención de la Santísima Virgen. La Sagrada imagen permaneció en el lugar unos 40 años. Hacia 1671, la estancia de Don Rosendo se hallaba en lastimoso estado por descuido de sus dueños y por consiguiente la ermita de la Virgen quedó en un lugar casi despoblado. A este abandono contribuyeron también: el cierre del Camino Viejo a Córdoba, el temor por el ataque de los indios y la indiferencia con que las autoridades eclesiásticas miraban la devoción a Nuestra Señora.
Por tal abandono, los peregrinos se sentían desconsolados y no encontraban en ese lugar casa o rancho donde hospedarse ni facilidades para frecuentar las visitas. Por aquellos años, Doña Ana de Mattos, viuda de Siqueyras, dueña de una estancia sobre la margen derecha del Río Luján, a unos 30 km al oeste de los campos de Don Rosendo, le ofrece al Padre Juan de Oramas, cura de la Catedral de Buenos Aires y heredero de los bienes de Don Rosendo, comprarle la imagen y trasladarla a su estancia. Allí estaría a resguardo de posibles profanaciones y sería más accesible para los peregrinos, por estar el lugar, cercano al Camino Real más seguro y transitado. Dado que los argumentos de Doña Ana eran razonables, la santa imagen fue llevada a su casa, pero al día siguiente y sin participación de persona alguna, la Virgen había vuelto a su vieja ermita. Llevada nuevamente a la estancia de la Señora Mattos, la imagen repite el episodio. Ante este extraño acontecer intervienen las autoridades eclesiásticas de Bs. As. y por tercera vez la Santísima Virgen es trasladada a la casa de la hacienda de doña Ana pero esta vez llevaron en andas la milagrosa imagen y en devota procesión celebrando finalmente una misa al llegar. En 1677, en los terrenos donados por la Señora Mattos, se construyó el primer templo.
En 1730 Luján era instituida Parroquia.

Construcción del Templo

El cura párroco don José Andújar quiso ampliar el templo, pero la construcción después de grandes contratiempos terminó por desplomarse. Con el tiempo y superados los inconvenientes el lugar empezó a poblarse con los devotos de la Virgen. De esta forma el paraje se convirtió en una aldea que se llamó Pueblo de Nuestra Señora de Luján y en 1755 se le otorgó el título de Villa.
A fines de 1754, don Juan de Lezicay Torrezuri inició la construcción del nuevo templo que terminó felizmente en 1765 y los cabildantes de Luján "eligieron y juraron a Nuestra Señora por Celestial Reina y Patrona". Hacia el año 1872, el arzobispo de Bs. As., Monseñor Federico Ameiros, entregó la custodia del templo a los sacerdotes de la Congregación de la Misión, conocidos como padres Lazaristas.
En 1889 el Padre Salvaire fue nombrado cura párroco de Luján y dedicó su vida y esfuerzos para edificar la gran Basílica.

Virgen de Luján "Fundadora de esta Villa"

En ella se encuentra la imagen de la Virgen de 38 cm. de altura modelada en arcilla cocida (terracota), de rostro moreno y ovalado. Los pies de la Santa Imagen se apoyan sobre nubes, desde las que surge una media luna y cuatro cabezas de angelitos con sus pequeñas alas desplegadas. Está cubierta con vestiduras: túnica blanca y manto azul-celeste y tiene sus manos juntas en el pecho. El padre Salvaire hizo cubrir la Santa Imagen con una coraza de plata para impedir su deterioro (antes de esta operación se sacaron moldes que permiten su reproducción auténtica).
En 1887, el padre colocó la Imagen sobre una base de Bronce, le adosó la rayera gótica con la inscripción "Es la Virgen de Luján la primera fundadora de esta Villa" y una aureola de 12 estrellas. Ornamentada en esta forma, fue coronada con la Corona Imperial bendecida por León XIII.
El Santuario recibió de Pio XII el título de Basílica en el año 1930.

Peregrinaciones

Millones de personas concurren cada año al Santuario de Luján. Es uno de los centros de peregrinación más importantes de Latinoamérica.
El 3 de diciembre de 1871 se realizó la primera peregrinación general, con el propósito de agradecer a la Virgen, el final de la epidemia de fiebre amarilla, que había azotado a Buenos Aires, provocando más de trece mil muertos. Desde esa primera peregrinación, se han llevado a cabo muchas otras. Uno de los hechos más significativos y que se ha dado en llamar "el gran milagro de Luján" fue el comiezo de las peregrinaciones juveniles en octubre de 1975, cuando la muchachada irrumpió en una colosal explosión, que fue el estupor de la ciudad Capital, del Gran Buenos Aires y de toda la República, sobrepasando los planes de sus organizadores. Fue aquello un verdadero milagro. Desde esa fecha y hasta el presente la marcha juvenil al Santuario Mariano continúa con la misma fuerza y vitalidad.

Gracias Madre por quedarte con nosotros.

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